Situación difícil
la que enfrentan los escritores que elegirán a los nuevos miembros del Salón de
la Fama. Por primera vez aparecen los legendarios Roger Clemens, Barry Bonds y
Sammy Sosa.
En la
encrucijada de la duda por el caso de los esteroides, Sosa será el más fácil en
dejar a un lado. 609 jonrones en 18 años
es una estadística bastante alta en considerar, pero su promedio al bate de por
vida, el haber ganado solo un MVP y en otra ocasión llegó segundo, luego de eso,
octavo lugar fue su mejor plaza en sus años estelares. El poder de Sosa, pasará al recuerdo como uno
de los más notorios, pero la mancha de las sustancias, no se borrará.
Barry Bonds
venía siendo un pelotero de Salón de la Fama, antes de los esteroides, pero
convirtió aquellos 30 jonrones en 40 o
más, la fuerza de sus batazos se multiplicó. La carrera numérica de Bonds, será
difícil de ser igualada, con sus 7 trofeos al Más Valioso y sus 762 vuelacercas,
pero el gran asterisco al lado del mayor jonronero de todos los tiempos, tampoco
desparecerá.
El caso de
Roger Clemens, aunque algo diferente por el impacto que puede tener el uso de
sustancias prohibidas en el pitcheo, quizás mucho menos que lo que ayuda a un
bateador, pero cuando tu cuerpo se infla, los músculo se fortalecen, deriva la
perdurabilidad en un partido. Pitcheo es el nombre del juego, de todas las
situaciones que amo en el béisbol, el ver los lanzadores vencer a los
bateadores, es mi favorita. Clemens fue un maestro, 7 premios Cy Young, 5
lideratos de ponches, 354 victorias. Para
mí era casi imposible dejar de verlo lanzar cuando estaba en el montículo, pero
ahora no puedo dormir con la idea que esos lanzamientos provenían de un cuerpo
aliñado.
Ellos recibirán
votos, quizás hasta llegará el momento que ingresen, pero a mi manera de ver
las cosas, votar por cualquiera de estos tres jugadores es apoyar el uso de
esteroides, es apoyar la trampa dentro del sagrado juego.
No puede
importar si el jugador es buena gente, lo que importa es un la integridad en su
carrera, porque tener integridad en el juego de pelota, es parte de ser un
Salón de la Fama. La falta de integridad por un profesional de estos, no puede
ser premiada.
Pete Rose
no está en el museo porque apostó mientras fue manager, el mayor productor de
hits en la historia se le negó la posibilidad y ya sus números lo decretaban
como miembro definitivo, ahora bien, cuál sería la respuesta cuando nos preguntáramos
quien ofendió más al béisbol. Hoy pienso que Rose, debería estar en el Salón de
la Fama.
Las Grandes
Ligas, tienen mucha culpa, no trazaron la línea cuando todo comenzó, se
hicieron la vista gorda y luego se les fue de la mano. Ya inclusive existe “la época
de los esteroides”, tan fea como los años de racismo o el escándalo de los
Medias Blancas en 1919.
Sé que
habrá controversia, porque en este momento quizás haya ex jugadores ya dentro
de la meca beisbolistica que salgan a relucir como usuarios de esteroides,
algunos de ellos con un cuerpo en sus años finales, mucho más grande de los que
tuvieron en cierta parte de su carrera, pero no se puede juzgar por
apariencias, sino por hechos. Cuando estudié derecho nos decían que las leyes
nuevas, no son retroactivas. Ok, se salieron con la suya, se supieron vender,
la historia los señalará.
No se puede
votar por asunciones, sino por lo que sabemos. Hay un grupo de jugadores que
tienen merito para estar en el Salón de la Fama y que están en la boleta de
este año. Mike Piazza, Craig Biggio y Curt Schilling por primera vez y Fred
McGriff, Jack Morris y Lee Smith que recibieron votos suficientes para aún aparecer.
Para llegar
a la gloria inmortal en el béisbol, no solo tiene valor la habilidad física,
sino también ser un individuo respetado en la sociedad.
Mike Flores
ESPN La Revista
@mikeatmiami